Fundación Horizonte Ciudadano

Pobreza y pandemia: un doble golpe a niñas y niños

La pandemia nos obliga cuestionarnos como sociedad y a exigir a las autoridades.

Por Estela Ortiz

Mayo 30, 2020

Por Estela Ortiz

Un reciente informe elaborado por Unicef y Save the Children advierte que los efectos de la pandemia podrían empujar a 86 millones de niños y niñas a la pobreza este año, lo que aumentaría en un 22 % la pobreza de niños y niñas en Latinoamérica y el Caribe.

Estos datos evidencian no solo el brutal efecto que tendrá la pandemia, sino además la tragedia que se viene para los niños y niñas de la región. La pobreza infantil en la región alcanzaba ya antes de la pandemia al 40% de los niños y niñas, además, de altas tasas de desnutrición crónica y anemia; elevados índices de violencia intrafamiliar, entre otros.

En Chile la encuesta Casen de 2017 muestra que, medida por ingresos, un 13,9% de menores de 18 años se encuentra en situación de pobreza, situación que aumenta a un 22,9% en términos de pobreza multidimensional, la más alta de los tramos etarios.

La pandemia nos obliga cuestionarnos como sociedad y a exigir a las autoridades, que no es posible pensar que crecemos y nos desarrollamos, si existen niños, niñas y familias en riesgo de retroceder en sus derechos.

¿Es esta forma de desarrollo la que protegerá a los niños y niñas? A pesar de los esfuerzos de los países por aumentar la riqueza y subirse al carro del desarrollo, los niños y niñas se encuentran en la fragilidad misma de los vaivenes de la humanidad.

Países como el nuestro, que ha disminuido su porcentaje de pobreza por ingreso – no podemos decir los mismo respecto a la pobreza multidimensional- se encuentra nuevamente en riesgo de retroceder brutalmente en sus conquistas.

Mejorar la calidad de vida de los niños y niñas implica mejorar la vida de todos los integrantes de la familia. En estos momentos de nada sirve ganarle a la pandemia si insistimos en construir un sistema sobre una sociedad que desde sus cimientos genera desigualdad social, cultural y económica.

El panorama es desolador, pero el futuro es susceptible a transformaciones y las decisiones políticas deben comenzar a configurarse de forma que beneficie y proteja efectivamente a toda su gente, especialmente a aquellos más vulnerables.

La audacia en las decisiones podría frenar en parte esta debacle en la vida de niños, niñas y sus familias, por ejemplo, con un aumento razonable del gasto fiscal que financie medidas – hasta ahora insuficientes- para contribuir a bajar los altos índices de estrés en que se encuentran las familias, a reducir la inseguridad alimentaria, a disminuir la violencia intrafamiliar. lo que impactaría en la calidad de vida, la protección y el desarrollo de los y las niñas.

A mediano y largo plazo el desafío es titánico: dejar atrás el desarrollo de unos pocos y transitar hacia un modelo que permita una verdadera mejora de las condiciones de vida de sus miembros, el cual genere condiciones justas para la satisfacción de sus necesidades básicas y que proteja sus derechos frente a cualquier crisis y que no nos tenga luego lamentando.

Los primeros años de la infancia son decisivos tanto para los niños y niñas como para las sociedades en su conjunto, sino entendemos eso ahora, no entendimos nada.

Publicada el 30 de mayo de 2020 en Cooperativa.

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