La bengala del Titanic
La tragedia de este crucero quedó en nuestras memorias como un recuerdo de lo que parece imposible y termina sucediendo por falta de visión.
¿Puede ocurrirnos lo mismo en la centroizquierda chilena?
El primer iceberg con el que chocó la oposición fue la inscripción de las listas para la elección de constituyentes: se optó por fortalecer la identidad por sobre la unidad, inscribiendo muchas listas que terminarán dispersando los votos. Conclusión obvia y sabida con antelación: con tantas listas se obtendrán más votos, pero el número de convencionales constituyentes no será consistente con ello.
El segundo y –quizá definitivo– choque está por venir. Parece una profecía autocumplida, frente a la incapacidad de la oposición de llegar a consensos para la elección presidencial, lo que denota la ausencia de un mínimo instinto de supervivencia.
Mientras hoy la principal preocupación de las y los chilenos es la pandemia, cuyos efectos hacen estragos en la población, el mundo político está ocupado de hablar endogámicamente entre sí y de generar nombres para candidaturas presidenciales. La última aventura es la de “Nuevo Trato”, que anunció días atrás que también tendría su nombre en la marquesina presidencial. Hay en la centroizquierda más candidatos que militantes y más egolatría que ideas.
Pero no todo es negativo. Esta semana se lanzó una señal: la reunión en la que participó gran parte de los presidenciables de la centroizquierda y la izquierda fue un llamado a la unidad y es una pequeña luz en medio de la tormenta.
El mundo político no puede estar distante de la gente, de sus necesidades, sin ser capaces de acudir en su auxilio con prontitud. Se piensa que la ciudadanía quiere escuchar la música de la orquesta, en tanto están luchando por su sobrevivencia.
La oposición debe responder cuanto antes a una pregunta: si existe verdadera vocación de poder. Si se quiere ser gobierno y para qué.
Si estamos dispuestos a acordar mínimos comunes programáticos que permitan interpretar a la ciudadanía, mostrarles el país que entre todas y todos podemos construir, reencantarlos desde la sinceridad y la empatía, dejando atrás esta larga noche que vivimos.
Necesitamos propuestas más que candidaturas, y mucha grandeza y desprendimiento que eviten el naufragio al que nos dirigimos, y que consistirá, simplemente, en no tener un proyecto que permita a la ciudadanía volver a confiar en la Política –con mayúscula–, viendo en ella la solución real a sus necesidades y problemas. Necesitamos unidad de las fuerzas de oposición en torno a un proyecto de sociedad que vuelva a poner a las y los chilenos en el centro, sus necesidades y esperanzas. Escuchemos a la ciudadanía y ofrezcamos soluciones acordes a lo que Chile puede afrontar hoy; no podemos –por falta de acuerdos– permitir que el populismo reemplace a la política.
Esperemos que la referida reunión sea el inicio de un camino a la verdadera unidad y que no sea la bengala del Titanic, que solo la vieron quienes terminaron hundiéndose.
Publicada el 4 de abril de 2021 en El Mercurio