Fundación Horizonte Ciudadano

Ganar un año para el progresismo

De nada servirá si el progresismo no es capaz de dar cabida a nuevas preguntas y nuevos liderazgos.

Por Paulina Vodanovic

Agosto 2, 2019

Por Paulina Vodanovic

11 de marzo de 2018. Después de lograr más del 54% de las preferencias en la segunda vuelta presidencial, Sebastián Piñera y la derecha volvían a la Moneda, sumiendo a las fuerzas de centro y de izquierda en el pesimismo.

Vinieron rápidamente las acusaciones cruzadas, las recriminaciones y los numerosos generales después de la guerra. Lo que no se vio con la misma nitidez fue una revisión profunda de lo hecho y de lo que se había dejado de hacer por parte de todos los actores involucrados. El momento histórico requería de generosidad y voluntad colectiva para sacar aprendizajes. No para las aventuras individuales, sino que para recomponer una alternativa de mayorías, capaz de dar gobernabilidad y progreso a Chile.

2 de agosto de 2018. Hace un año, Michelle Bachelet creó la fundación Horizonte Ciudadano con el propósito de ofrecer “un nuevo espacio orientado al trabajo colaborativo, centrado en particular en los anhelos y –algo muy importante–en las capacidades de los ciudadanos”.

¿Por qué? Porque sabía que cualquier intento por recuperar el sentido de la actividad política y la confianza de los ciudadanos pasa por volver a lo esencial: ponerse en los zapatos de las personas, respetando su dignidad, su diversidad y sus mayores exigencias. La noble tarea de construir proyectos comunes, siempre necesaria, no puede hacerse desde la tecnocracia o los dogmas cerrados: se hace en la polis, junto a los ciudadanos.

La ex Presidenta Bachelet nos ha pedido que hagamos una contribución, por pequeña que sea, en esta dirección. Porque la historia nos ha enseñado lo que pasa cuando abandonamos el terreno de lo común a las fuerzas desbocadas del mercado, del populismo y del autoritarismo.

Las elecciones municipales y regionales están a la vuelta de la esquina. Serán tiempos de negociaciones y acuerdos electorales. Pero de nada servirá si el progresismo no es capaz de dar cabida a nuevas preguntas y nuevos liderazgos, que permitan mayor sintonía con los nuevos tiempos, con las nuevas expectativas y temores.

Creemos que de lo que se trata es de volver a mirar nuestras regiones y municipios para recuperar la credibilidad de nuestro sector en los territorios, con los pies en el terreno; es poner el medioambiente y la emergencia climática en el centro de las propuestas de desarrollo, innovando en las industrias que generan empleo sin el costo brutal de la mera extracción de materias primas; es no bajar nunca la bandera por la defensa de los derechos humanos, concentrando nuestro esfuerzo en afianzar las condiciones que habilitan su pleno ejercicio.

Las fuerzas progresistas se han caracterizado históricamente por saber interpretar a tiempo las decisiones en pugna y empujar el camino del progreso compartido. Tenemos hoy el deber de abordar oportunamente esos temas de futuro, esos temas que marcarán nuestra convivencia y las rutas de desarrollo en las próximas décadas.

En consecuencia, la pregunta es si todos estamos haciendo lo necesario para ganar un año para el progresismo o si la repetición de nuestros errores nos llevará a perder un año más para Chile.

Dejemos atrás el pesimismo y pongámonos manos a la obra. Que este año sirva para convertir los aprendizajes en proyectos, para sumar fuerza, confianzas, para ponernos al servicio de un Chile más justo y feliz.

Publicada el 2 de agosto de 2019 en El Mercurio.

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