El Juez Guzmán y el espacio para la justicia posible
La memoria es parte del acervo institucional de la justicia en Chile.
Por Paulina Vodanovic

Por Paulina Vodanovic
La partida del Juez Juan Guzmán Tapia trae a la memoria de los chilenos y chilenas un capítulo central de nuestra historia reciente. Hace 21 años fuimos testigos de cómo la perseverancia y el trabajo riguroso de un abogado y sus equipos daban paso a lo impensable: el desafuero y el sometimiento a juicio del ex General Augusto Pinochet Ugarte por su responsabilidad en los crímenes de la Caravana de la Muerte. Fue en gran parte, en ese momento, que como país empezamos a medir el espacio para la justicia posible. Tras años de poder incontrarrestable, arbitrariedades y atropellos incesantes, vimos con esperanza que en verdad y justicia, existía un camino forjado con voluntad y convicción.
Lejos de desarrollarse de manera inorgánica, por azares o imposiciones, la justicia es un proceso colectivo, un continuo que acompaña el tránsito histórico de los pueblos. Es una construcción social de la historia común a partir de la suma y entrelazado de las experiencias individuales. Hay personas que se encargan de permitir su marcha, como lo hizo el juez Guzmán, quien conservó ese título pese a ser Ministro de Corte.
Hay personas que ponen obstáculos y frenos impresentables al imperio de la ley, como lo hicieron tantos en tiempos aciagos y cuyo nombres cargan con la deshonra de la complicidad en las violaciones a los derechos humanos. Lejos de desarrollarse de manera inorgánica, por azares o imposiciones, la justicia es un proceso colectivo, un continuo que acompaña el tránsito histórico de los pueblos.Lejos de desarrollarse de manera inorgánica, por azares o imposiciones, la justicia es un proceso colectivo, un continuo que acompaña el tránsito histórico de los pueblos.
La memoria es parte del acervo institucional de la justicia en Chile. Es allí donde la contribución de los jueces valientes seguirá creciendo, sumándose a las doctrinas y enseñanzas propias de las aulas. Porque fueron personas que, enfrentadas al peso de la prueba desarrollado a lo largo de decenas de cuadernos judiciales, tomaron el único camino válido: cumplir con el juramento de hacer guardar las leyes de la República. Optaron por el Estado de Derecho, que la separación de funciones y la Justicia, en particular, hiciera su labor. Incluso respecto de quienes – a sangre, fuego y defraudación – hicieron lo posible para estar fuera de su alcance.
Esa por ello que lo que hizo el Juez Guzmán en el año 2000 es un acto que permite a Chile mirar con más exigencia y esperanza el espacio de la justicia. En tiempos en que buscamos definir en conjunto el marco de nuestra convivencia futura, resuena con fuerza su nombre, su ejemplo de valentía y su consistencia con lo que juró defender.
Corresponde, ahora, a otras mujeres y a otros hombres, poner a disposición de Chile sus talentos, para refrendar en el texto constitucional que la justicia es una conquista irrenunciable, que nadie ni nada puede osar frenar. Tal vez es la lección póstuma del Juez Guzmán.
Publicada el 24 de enero de 2021 en El Mercurio.