La policía que la democracia chilena necesita
El gobierno debe hacer todo lo que esté a su alcance para que no se repita el ciclo de atropello a los DD.HH. y silencio.
Por Paulina Vodanovic

Por Paulina Vodanovic
Ya no podemos cerrar los ojos ante lo evidente: desde 1990 hemos fallado –los gobiernos, los parlamentarios y la sociedad civil–, en conseguir que Carabineros de Chile sea la policía que nuestra democracia necesita. Hay avances en dotación, en equipamiento, en uso de tecnología, en materias de género. Pero falta algo esencial. No le hemos dado la relevancia ni la urgencia a lo que sustenta su legitimidad: además de la eficacia, nuestra policía uniformada debe contar con reales mecanismos de control para los casos de abusos y ser ejemplar en la entrega de información y la rendición de cuentas a su país.
El costo humano ha sido altísimo. Lo hemos comprobado con dolor durante el estallido social, donde quedan más preguntas que respuestas frente a las vejaciones y atropellos generalizados a derechos fundamentales. Reafirma lo anterior el triste espectáculo al que hemos asistido esta semana con las intervenciones públicas del General Director, el sumario interno por el caso de Gustavo Gatica y la posterior emisión de imágenes que echan por tierra la tesis de la institución policial.
También ha habido un costo para la propia institución. De ser una de las instituciones más valoradas, Carabineros cayó 20 puntos en el índice de confianza de la encuesta CEP y un 64% opinó que “muy frecuentemente/frecuentemente” violaron los derechos humanos durante la crisis (16.01.20).
Frente a esta grave situación, hay alternativas viables y conocimiento acumulado. Es importante recordar que junto con documentar las violaciones a DD.HH. ocurridas desde octubre 2019, los informes de Human Rights Watch y la Oficina de la Alta Comisionada de Derechos Humanos de Naciones Unidas (ACNUDH) han entregado a las autoridades recomendaciones basadas en las mejores prácticas internacionales.
Es el gobierno el que tiene la palabra. Hay dos tareas ineludibles. Primero, dar curso a las recomendaciones de los organismos internacionales, invitados por el propio Ejecutivo a estos efectos. La Oficina de ACNUDH en América del Sur ha manifestado que desde la fecha de entrega del informe no hay “avances significativos”.
Segundo, lo más obvio, no se puede postergar una profunda reforma de Carabineros. Si tomamos en cuenta la extensión de la crisis y el consenso transversal, tenemos una oportunidad única para iniciar este proceso. La comisión técnica convocada por el ministro Blumel, junto con los aportes de otras expertas y expertos reunidos por el senador Harboe, nos permiten contar con suficientes propuestas y evidencia comparada. No hay razón para demorar la presentación de los proyectos de ley.
Me temo que sabemos la respuesta: la prioridad es otra, tenemos una pandemia en pleno desarrollo. Nadie lo desconoce. Pero el gobierno debe hacer todo lo que esté a su alcance para que no se repita el ciclo de atropello a los DD.HH. y silencio.
Sebastián Piñera tiene una de sus últimas oportunidades políticas. Puede dar origen a una policía democrática, que sirva a la ciudadanía con transparencia, con sujeción plena a la autoridad civil y con un apego estricto al respeto de los derechos de cada habitante de Chile. De él depende decidir qué papel quiere jugar en los libros de historia.
Publicada el 10 de abril de 2020 en El Mercurio.